El presidente de la República Oriental del Uruguay, hace pocos días pronunció un poético y contundente discurso en donde toca diversos temas, tales como: el bloqueo inútil a Cuba, la tolerancia es la paz, el despilfarro de vida, la “Civilización” contra el amor, un mundo sin fronteras, solidaridad con los oprimidos, la política y la ciencia, entre otros.
“Que estamos vivos por milagro y nada vale más que la vida. Y
que nuestro deber biológico es por encima de todas las cosas respetar la
vida e impulsarla, cuidarla, procrearla y entender que la especie es
nuestro nosotros.”
"Arrasamos la selva, las selvas
verdaderas, e implantamos selvas anónimas de cemento. Enfrentamos al
sedentarismo con caminadores, al insomnio con pastillas, la soledad con
electrónicos, porque somos felices alejados del entorno humano".
"El hombrecito promedio de
nuestras grandes ciudades, deambula entre las financieras y el tedio rutinario
de las oficinas, a veces atemperadas con aire acondicionado. Siempre sueña con
las vacaciones y la libertad, siempre sueña con concluir las cuentas, hasta que
un día, el corazón se para, y adiós. Habrá otro soldado cubriendo las fauces
del mercado, asegurando la acumulación. La crisis se hace impotencia, la
impotencia de la política, incapaz de entender que la humanidad no se escapa,
ni se escapará del sentimiento de nación. Sentimiento que casi está incrustado
en nuestro código genético".
A continuación la transcripción del discurso:
“Que estamos vivos por milagro y
nada vale más que la vida. Y que nuestro deber biológico es por encima
de todas las cosas respetar la vida e impulsarla, cuidarla, procrearla y
entender que la especie es nuestro nosotros.”
Amigos
todos, soy del sur, vengo del sur. Esquina del Atlántico y del Plata,
mi país es una penillanura suave, templada, una historia de puertos,
cueros, tasajo, lanas y carne. Tuvo décadas púrpuras, de lanzas y
caballos, hasta que por fin al arrancar el siglo XX se puso a ser
vanguardia en lo social, en el Estado, en la enseñanza. Diría que la
socialdemocracia se inventó en el Uruguay.
Durante
casi 50 años el mundo nos vio como una especie de Suiza. En realidad,
en lo económico fuimos bastardos del imperio británico y cuando este
sucumbió vivimos las amargas mieles de términos de intercambio funestos,
y quedamos estancados añorando el pasado.
Casi
50 años recordando el Maracaná, nuestra hazaña deportiva. Hoy hemos
resurgido en este mundo globalizado tal vez aprendiendo de nuestro
dolor. Mi historia personal, la de un muchacho- porque alguna vez fui
muchacho- que como otros quiso cambiar su época, su mundo, el sueño de
una sociedad libertaria y sin clases. Mis errores son en parte hijos de
mi tiempo. Obviamente los asumo, pero hay veces que medito con nostalgia
La fuerza de la utopía
Obviamente los asumo, pero hay veces que medito con nostalgia
¡quién
tuviera la fuerza de cuando éramos capaces de albergar tanta utopía!
Sin embargo no miro hacia atrás porque el hoy real nació en las cenizas
fértiles del ayer. Por el contrario no vivo para cobrar cuentas o
reverberar recuerdos.
Me
angustia, y de qué manera, el porvenir que no veré, y por el que me
comprometo. Sí, es posible un mundo con una humanidad mejor, pero tal
vez hoy la primera tarea sea cuidar la vida.
Pero
soy del sur y vengo del sur, a esta asamblea, cargo inequívocamente con
los millones de compatriotas pobres, en las ciudades, en los páramos,
en las selvas, en las pampas, en los socavones, de la América Latina
patria común que se está haciendo.
El bloqueo inútil a Cuba
Cargo
con las culturas originales aplastadas, con los restos del colonialismo
en Malvinas, con bloqueos inútiles a ese caimán bajo el sol del Caribe
que se llama Cuba. Cargo con las consecuencias de la vigilancia
electrónica que no hace otra cosa que sembrar desconfianza. Desconfianza
que nos envenena inútilmente. Cargo con una gigantesca deuda social,
con la necesidad de defender la Amazonia, los mares, nuestros grandes
ríos de América.
Cargo con el deber de luchar por patria para todos.
Para
que Colombia pueda encontrar el camino de la paz, y cargo con el deber
de luchar por tolerancia, la tolerancia se precisa para con aquellos que
son distintos, y con los que tenemos diferencias y discrepamos. No se
precisa la tolerancia para los que estamos de acuerdo.
La tolerancia es la paz
La tolerancia es el fundamento de poder convivir en paz, y entendiendo que en el mundo somos diferentes.
El
combate a la economía sucia, al narcotráfico, a la estafa, el fraude y
la corrupción, plagas contemporáneas, prohijadas por ese antivalor, ese
que sostiene que somos felices si nos enriquecemos sea como sea. Hemos
sacrificado los viejos dioses inmateriales. Les ocupamos el templo con
el dios mercado, que nos organiza la economía, la política, los hábitos,
la vida y hasta nos financia en cuotas y tarjetas, la apariencia de
felicidad.
Parecería
que hemos nacido solo para consumir y consumir, y cuando no podemos
cargamos con la frustración, la pobreza, y hasta la autoexclusión.
Lo
cierto hoy es que para gastar y enterrar los detritos en eso que se
llama la huella de carbono por la ciencia, si aspiraramos en esta
humanidad a consumir como un americano medio promedio, sería
imprescindible tres planetas para poder vivir.
El despilfarro de vida
Es
decir nuestra civilización montó un desafío mentiroso y así como vamos,
no es posible para todos colmar ese sentido de despilfarro que se le ha
dado a la vida. En los hechos se está masificando como una cultura de
nuestra época, siempre dirigida por la acumulación y el mercado.
Prometemos
una vida de derroche y despilfarro, y en el fondo constituye una cuenta
regresiva contra la naturaleza, contra la humanidad como futuro.
Civilización contra la sencillez, contra la sobriedad, contra todos los
ciclos naturales.
“Civilización” contra el amor
Lo
peor: civilización contra la libertad que supone tener tiempo para
vivir las relaciones humanas, lo único trascendente, el amor, la
amistad, aventura, solidaridad, familia.
Civilización
contra tiempo libre no paga, que no se compra, y que nos permite
contemplar y escudriñar el escenario de la naturaleza.
Arrasamos
la selva, las selvas verdaderas, e implantamos selvas anónimas de
cemento. Enfrentamos al sedentarismo con caminadores, al insomnio con
pastillas, la soledad con electrónicos, porque somos felices alejados
del entorno humano.
Cabe
hacerse esta pregunta, huimos de nuestra biología que defiende la vida
por la vida misma, como causa superior, y lo suplantamos por el
consumismo funcional a la acumulación.
La
política, la eterna madre del acontecer humano quedó limitada a la
economía y al mercado, de salto en salto la política no puede más que
perpetuarse, y como tal delegó el poder y se entretiene, aturdida,
luchando por el gobierno. Debocada marcha de historieta humana,
comprando y vendiendo todo, e innovando para poder negociar de algún
modo, lo que es innegociable. Hay marketing para todo, para los
cementerios, los servicios fúnebres, las maternidades, para padres, para
madres, pasando por las secretarias, los autos y las vacaciones. Todo,
todo es negocio.
Todavía
las campañas de marketing caen deliberadamente sobre los niños, y su
psicología para influir sobre los mayores y tener hacia el futuro un
territorio asegurado. Sobran pruebas de estas tecnologías bastante
abominables que a veces, conducen a las frustraciones y más.
El
hombrecito promedio de nuestras grandes ciudades, deambula entre las
financieras y el tedio rutinario de las oficinas, a veces atemperadas
con aire acondicionado. Siempre sueña con las vacaciones y la libertad,
siempre sueña con concluir las cuentas, hasta que un día, el corazón se
para, y adiós. Habrá otro soldado cubriendo las fauces del mercado,
asegurando la acumulación. La crisis se hace impotencia, la impotencia
de la política, incapaz de entender que la humanidad no se escapa, ni se
escapará del sentimiento de nación. Sentimiento que casi está
incrustado en nuestro código genético.
Un mundo sin fronteras
Hoy,
es tiempo de empezar a tallar para preparar un mundo sin fronteras. La
economía globalizada no tiene más conducción que el interés privado, de
muy pocos, y cada estado nacional mira su estabilidad continuista, y hoy
la gran tarea para nuestros pueblos, en mi humilde manera de ver, es el
todo.
Como
si esto fuera poco, el capitalismo productivo, francamente productivo,
está medio prisionero en la caja de los grandes bancos. En el fondo son
la cúspide del poder mundial. Más claro, creemos que el mundo requiere a
gritos reglas globales que respeten los logros de la ciencia, que
abunda. Pero no es la ciencia que gobierna el mundo. Se precisan por
ejemplo, una larga agenda de definiciones, cuántas horas de trabajo y
toda la tierra, cómo convergen las monedas, cómo se financia la lucha
global por el agua, y contra los desiertos.
Solidaridad con los oprimidos
Cómo
se recicla y se presiona contra el calentamiento global. Cuáles son los
límites de cada gran quehacer humano. Sería imperioso lograr consenso
planetario para desatar solidaridad hacia los más oprimidos, castigar
impositivamente el despilfarro y la especulación. Movilizar las grandes
economías, no para crear descartables, con obsolencia calculada, sino
bienes útiles, sin fidelidad, para ayudar a levantar a los pobres del
mundo. Bienes útiles contra la pobreza mundial. Mil veces más redituable
que hacer guerras. Volcar un neo-keynesianismo útil de escala
planetaria para abolir las vergüenzas más flagrantes que tiene este
mundo.
La política y la ciencia
Tal
vez nuestro mundo necesita menos organismos mundiales, esos que
organizan los foros y las conferencias, que le sirven mucho a las
cadenas hoteleras y a las compañías aéreas y en el mejor de los casos
nadie recoge y lo transforma en decisiones.…
Necesitamos
sí mascar mucho lo viejo y eterno de la vida humana junto a la ciencia,
esa ciencia que se empeña por la humanidad no para hacerse rico; con
ellos, con los hombres de ciencia de la mano, primeros consejeros de la
humanidad, establecer acuerdos por el mundo entero. Ni los Estados
nacionales grandes, ni las transnacionales y muchos menos el sistema
financiero debería gobernar el mundo humano. Sí la alta política
entrelazada con la sabiduría científica, allí está la fuente. Esa
ciencia que no apetece el lucro pero que mira el porvenir y nos dice
cosas que no atendemos. ¿Cuántos años hace que nos dijeron determinadas
cosas que no nos dimos por enterados? Creo que hay que convocar la
inteligencia al comando de la nave arriba de la tierra, cosas de este
estilo y otras que no puedo desarrollar nos parecen imprescindibles,
pero requerirían que lo determinante fuera la vida, no la acumulación.
No somos tan ilusos
Obviamente,
no somos tan ilusos, estas cosas no pasarán, ni otras parecidas. Nos
quedan muchos sacrificios inútiles por delante, mucho remendar
consecuencias y no enfrentar las causas. Hoy el mundo es incapaz de
crear regulación planetaria a la globalización y esto es por el
debilitamiento de la alta política, eso que se ocupa de todo. Por último
vamos a asistir al refugio de acuerdos más o menos “reclamables”, que
van a plantear un mentiroso libre comercio interno, pero que en el fondo
van a terminar construyendo parapetos proteccionistas, supranacionales
en algunas regiones del planeta. A su vez van a crecer ramas
industriales importantes y servicios, todos dedicados a salvar y mejorar
al medio ambiente. Así nos vamos a consolar por un tiempo, vamos a
estar entretenidos y naturalmente va a continuar como para estar rica la
acumulación para regodeo del sistema financiero.
Ir contra la especie
Continuarán
las guerras y por tanto los fanatismos hasta que tal vez la misma
naturaleza lo llame al orden y haga inviable nuestras civilizaciones.
Tal vez nuestra visión es demasiado cruda, sin piedad y vemos al hombre
como una criatura única, la única que hay arriba de la tierra capaz de
ir contra su propia especie. Vuelvo a repetir, porque algunos llaman la
crisis ecológica del planeta, es consecuencia del triunfo avasallante de
la ambición humana. Ese es nuestro triunfo, también nuestra derrota,
porque tenemos impotencia política de encuadrarnos en una nueva época. Y
hemos contribuido a construir y no nos damos cuenta.
¿Por
qué digo esto? Son datos nada más. Lo cierto es que la población se
cuadriplicó y el PBI creció por lo menos veinte veces en el último
siglo. Desde 1990 aproximadamente cada seis años se duplica el comercio
mundial. Podíamos seguir anotando datos que establecen la marcha de la
globalización. ¿Qué nos está pasando? Entramos en otra época
aceleradamente pero con políticos, atavíos culturales, partidos, y
jóvenes, todos viejos ante la pavorosa acumulación de cambios que ni
siquiera podemos registrar. No podemos manejar la globalización, porque
nuestro pensamiento no es global. No sabemos si es una limitante
cultural o estamos llegando a los límites biológicos.
Los efectos de la codicia
Nuestra
época es portentosamente revolucionaria como no ha conocido la historia
de la humanidad. Pero no tiene conducción consciente, o menos,
conducción simplemente instintiva. Mucho menos todavía, conducción
política organizada porque ni siquiera hemos tenido filosofía precursora
ante la velocidad de los cambios que se acumularon.
La
codicia, tanto negativa y tanto motor de la historia, eso que empujó al
progreso material técnico y científico, que ha hecho lo que es nuestra
época y nuestro tiempo y un fenomenal adelanto en muchos frentes,
paradojalmente, esa misma herramienta, la codicia que nos empujó a
domesticar la ciencia y transformarla en tecnología nos precipita a un
abismo brumoso. A una historia que no conocemos, a una época sin
historia y nos estamos quedando sin ojos ni inteligencia colectiva para
seguir colonizando y perpetuarnos transformándonos.
¿Qué es el todo?
Porque si una característica tiene este bichito humano, es que es un conquistador antropológico.
Parece
que las cosas toman autonomía y las cosas someten a los hombres. Por un
lado u otro, sobran activos para vislumbrar estas cosas y en todo caso,
vislumbrar el rumbo. Pero nos resulta imposible colectivizar decisiones
globales por ese todo. Más claro, la codicia individual ha triunfado
largamente sobre la codicia superior de la especie. Aclaremos, ¿qué es
el todo?, esa palabra que utilizamos. Para nosotros es la vida global
del sistema tierra incluyendo la vida humana con todos los equilibrios
frágiles que hacen posible que nos perpetuemos. Por otro lado, más
sencillo, menos opinable y más evidente. En nuestro occidente,
particularmente, porque de ahí venimos aunque venimos del Sur, las
repúblicas que nacieron para afirmar que los hombres somos iguales, que
nadie es más que nadie, que sus gobiernos deberían representar el bien
común, la justicia y la equidad. Muchas veces, las repúblicas se
deforman y caen en el olvido de la gente corriente, la que anda por las
calles, el pueblo común.
No
fueron las repúblicas creadas para vegetar encima de la grey, sino por
el contrario, son un grito en la historia para hacer funcionales a la
vida de los propios pueblos y, por lo tanto, las repúblicas se deben a
las mayorías y a luchar por la promoción de las mayorías.
La cultura consumista
Por
lo que fuera, por reminiscencias feudales que están allí en nuestra
cultura; por clasismo dominador, tal vez por la cultura consumista que
nos rodea a todos, las repúblicas frecuentemente en sus direcciones
adoptan un diario vivir que excluye, que pone distancia con el hombre de
la calle.
En
los hechos, ese hombre de la calle debería ser la causa central de la
lucha política en la vida de las repúblicas. Los gobiernos republicanos
deberían de parecerse cada vez más a sus respectivos pueblos en la forma
de vivir y en la forma de comprometerse con al vida.
El
hecho es que cultivamos arcaísmos feudales, cortesanismos consentidos,
hacemos diferenciaciones jerárquicas que en el fondo socavan lo mejor
que tienen las repúblicas: que nadie es más que nadie. El juego de estos
y otros factores nos retienen en la prehistoria. Y hoy es imposible
renunciar a la guerra cuando la política fracasa. Así se estrangula la
economía, derrochamos recursos.
Dos millones por minuto
Oigan
bien, queridos amigos: en cada minuto del mundo se gastan dos millones
de dólares en presupuestos militares en esta tierra. Dos millones de
dólares por minutos en presupuesto militar!! En investigación médica, de
todas las enfermedades que ha avanzado enormemente y es una bendición
para la promesa de vivir unos años más, esa investigación apenas cubre
la quinta parte de la investigación militar.
Este
proceso del cual no podemos salir, es ciego. Asegura odio y fanatismo,
desconfianza, fuente de nuevas guerras y esto también, derroche de
fortunas. Yo se que es muy fácil, poéticamente, autocriticarnos,
personalmente. Y creo que sería una inocencia en este mundo plantear que
allí existen recursos para ahorrar y gastarlos en otras cosas útiles.
Eso sería posible, otra vez, si fuéramos capaces de ejercitar acuerdos
mundiales y prevenciones mundiales de políticas planetarias que nos
garanticen la paz y que nos den a los más débiles, garantía que no
tenemos. Ahí habría enormes recursos para recortar y atender las mayores
vergüenzas arriba de la Tierra. Pero basta una pregunta: en esta
humanidad, hoy, ¿adonde se iría sin la existencia de esas garantías
planetarias? Entonces cada cual hace vela de armas de acuerdo a su
magnitud y allí estamos porque no podemos razonar como especie, apenas
como individuos.
Las
instituciones mundiales, particularmente hoy vegetan a la sombra
consentida de las disidencias de las grandes naciones que, obviamente,
estas quieren retener su cuota de poder.
El papel de la ONU
Bloquean
en los hechos a esta ONU que fue creada con una esperanza y como un
sueño de paz para la humanidad. Pero peor aún la desarraigan de la
democracia en el sentido planetario porque no somos iguales. No podemos
ser iguales en este mundo donde hay más fuertes y más débiles. Por lo
tanto es una democracia planetaria herida y está cercenando la historia
de un posible acuerdo mundial de paz, militante, combativo y que
verdaderamente exista. Y entonces, remendamos enfermedades allí donde
hace eclosión y se presenta según le parezca a algunas de las grandes
potencias. Lo demás miramos desde lejos. No existimos.
Amigos,
yo creo que es muy difícil inventar una fuerza peor que el nacionalismo
chauvinista de las granes potencias. La fuerza que es liberadora de los
débiles. El nacionalismo tan padre de los procesos de descolonización,
formidable hacia los débiles, se transforma en una herramienta opresora
en las manos de los fuertes y vaya que en los últimos 200 años hemos
tenido ejemplos por todas partes.
Nuestro pequeño ejemplo
La
ONU, nuestra ONU languidece, se burocratiza por falta de poder y de
autonomía, de reconocimiento y sobre todo de democracia hacia el mundo
más débil que constituye la mayoría aplastante del planeta. Pongo un
pequeño ejemplo, pequeñito. Nuestro pequeño país tiene en términos
absolutos, la mayor cantidad de soldados en misiones de paz de los
países de América Latina desparramos en el mundo. Y allí estamos, donde
nos piden que estemos. Pero somos pequeños, débiles. Donde se reparten
los recursos y se toman las decisiones, no entramos ni para servir el
café. En lo más profundo de nuestro corazón, existe un enorme anhelo de
ayudar para que le hombre salga de la prehistoria. Yo defino que el
hombre mientras viva con clima de guerra, está en la prehistoria, a
pesar de los muchos artefactos que pueda construir.
Las soledades de la guerra
Hasta
que el hombre no salga de esa prehistoria y archive la guerra como
recurso cuando la política fracasa, esa es la larga marcha y el desafío
que tenemos por delante. Y lo decimos con conocimiento de causa.
Conocemos las soledades de la guerra. Sin embargo, estos sueños, estos
desafíos que están en el horizonte implica luchar por una agenda de
acuerdos mundiales que empiecen a gobernar nuestra historia y superar
paso a paso, las amenazas a la vida. La especie como tal, debería tener
un gobierno para la humanidad que supere el individualismo y bregue por
recrear cabezas políticas que acudan al camino de la ciencia y no solo a
los intereses inmediatos que nos están gobernando y ahogando.
Paralelamente
hay que entender que los indigentes del mundo no son de África o de
América Latina, son de la humanidad toda y esta debe como tal,
globalizada, propender a empeñarse en su desarrollo, en que puedan vivir
con decencia por sí mismos. Los recursos necesarios existen, están en
ese depredador despilfarro de nuestra civilización.
La bombita de 100 años
Hace
pocos días le hicieron ahí, en California, en una agencia de bomberos
un homenaje a una bombita eléctrica que hace 100 años que está prendida;
¡100 años que está prendida, amigo! Cuántos millones de dólares nos
sacaron del bolsillo haciendo deliberadamente porquerías para que la
gente compre, y compre, y compre, y compre.
Pero
esta globalización de mirar por todo el planeta y por toda la vida
significa un cambio cultural brutal. Es lo que nos está requiriendo la
historia. Toda la base material ha cambiado y ha tambaleado, y los
hombres, con nuestra cultura, permanecemos como si no hubiera pasado
nada y en lugar de gobernar la civilización, esta nos gobierna a
nosotros. Hace más de 20 años que discutíamos la humilde tasa Tobi.
Imposible aplicarla a nivel del planeta. Todos los bancos del poder
financiero se levantan heridos en su propiedad privada y qué sé yo
cuántas cosas más. Sin embargo, esto es lo paradojal. Sin embargo, con
talento, con trabajo colectivo, con ciencia, el hombre paso a paso es
capaz de transformar en verde a los desiertos.
El hombre es capaz…
El
hombre puede llevar la agricultura al mar. El hombre puede crear
vegetales que vivan con agua salada. La fuerza de la humanidad se
concentra en lo esencial. Es inconmensurable. Allí están las más
portentosas fuentes de energía. ¿Qué sabemos de la fotosíntesis?, casi
nada. La energía en el mundo sobra si trabajamos para usarla con ella.
Es posible arrancar de cuajo toda la indigencia del planeta. Es posible
crear estabilidad y será posible a generaciones venideras, si logran
empezar a razonar como especie y no solo como individuo, llevar la vida a
la galaxia y seguir con ese sueño conquistador que llevamos en nuestra
genética los seres humanos.
Pero
para que todos esos sueños sean posibles, necesitamos gobernarnos a
nosotros mismos o sucumbiremos porque no somos capaces de estar a la
altura de la civilización que en los hechos fuimos desarrollando.
Este
es nuestro dilema. No nos entretengamos solos remendando consecuencias.
Pensemos en las causas de fondo, en la civilización del despilfarro, en
la civilización del use-tire que lo que está tirando es tiempo de vida
humana malgastado, derrochando cuestiones inútiles. Piensen que la vida
humana es un milagro. Que estamos vivos por milagro y nada vale más que
la vida. Y que nuestro deber biológico es por encima de todas las cosas
respetar la vida e impulsarla, cuidarla, procrearla y entender que la
especie es nuestro nosotros.
Gracias.
Don José Mujica, un hombre de humildad admirable que desde su sencillez ha logrado llamar la atención de muchas personas, mas allá de los temas que trata en sus discursos es su falta de tecnicismo, su trato cálido, sus expresiones amables y su convicción al hablar las que hacen que miles de personas se cautiven y empiecen una seria reflexión en cuanto a las temáticas involucradas. Un presidente realmente fuera de lo común y es precisamente esto lo que lo hace un personaje diferente, un personaje que deja huella, un hombre ejemplar, un hombre que no cambio su estilo de vida pese al importante cargo político que asume, no tiene una casa blanca como Obama, ni una de Nariño como el presidente Santos en Colombia, aun así es un hombre que vive feliz en su pequeña casa campestre a las afueras de Montevideo, un líder apasionado, un loco soñador, un idealista defensor del pueblo, de la sociedad…
ResponderEliminarÉl no se autodenomina como un hombre pobre por el contrario es una persona rica en experiencias y sueños. Después de ver este discurso que Mujica da ante la ONU quedo con un sentimiento de identidad total frente a sus justas posiciones, sus civilizadas soluciones, y su poética y tolerante forma de expresar lo que nos asecha como sociedad globalizada, también quedo con un amargo sabor, el sabor de la indiferencia que como ciudadanos hemos tenido frente a la pobreza, la guerra, el hambre y otros problemas sociales mundiales, hemos jugado el peor de los papeles que se pueden desempeñar en una batalla, hemos sido los opresores! A pesar de todo esto es muy grato para mí ver que existen personas como Don Pepe Mujica, y pienso muy considerablemente que deberían haber muchos Mujicas liderando países y organizaciones del mundo, un Mujica en lugar de un Santos, por ejemplo…
Nathalia Suarez Selemin
Estoy de acuerdo con muchos de los pensamientos del presidente Pepe Mujica, porque desafortunadamente nosotros mismos nos estamos encargando de destruirnos, a diario somos víctimas de nuestros propios inventos; cada día la tecnología nos hace menos humanos, el consumismo nos lleva a crecer cada vez en mercado y menos en las relaciones humanas. Estamos buscando acuerdos para la paz, pero no hemos aprendido a tolerar y aceptar que somos diferentes, lo más importante es la vida y ya no la respetamos, todo cada día es peor y hacemos de cuenta que no ha pasado nada. Seguimos aferrados al materialismo, aparentando felicidad con la acumulación y el consumismo, la globalización nos está destruyendo poco a poco, porque nos encanta despilfarrar lo que tenemos y creemos que somos más si tenemos más cosas materiales, olvidando la sencillez y la parte humana. Tenemos que tomar conciencia, luchar por acercarnos al entorno humano, no malgastar la vida humana, porque cada día que amanecemos vivos es un verdadero milagro y lo tenemos que aprovechar, todos unidos podemos obtener el verdadero cambio.
ResponderEliminarNatalia Rivera Restrepo